miércoles, 20 de octubre de 2010

En pie de guerra


El caso La Cantuta es un hecho que ha marcado la historia peruana, desde las masacres que ha existido hasta las maquiavélicas descubriciones que se encontrado a lo largo de los años. El ejecutamiento de un profesor universitario y de los nueve alumnos de La Cantuta, ha conmocionado no solo por el fin que tuvieron aquellas personas, sino por la violación de derechos humanos que ha existido en este período de gobierno del ex Presidente Alberto Fujimori.
Los dos principales testigos de este caso, el Sr. Justo Arizapana y Guillermo Catacora; son las piezas fundamentales para el descubrimiento que impacto al Perú, ambos personajes merecían el agradecimiento y un beneficio para la calidad de vida que ellos debían merecer.
Arizapana hace 14 años vio como enterraban a los restos de los estudiantes y el profesor universitario en Cieneguilla. El observo como un grupo de personas bajaron de unas camionetas, trayendo consigo una caja y al observar que ya no había nadie, decidió acercarse para ver que había dentro de lo que trajeron, al palpar el objeto encontró cenizas y se le vino a la mente los estudiantes de la Cantuta, esto fue que él fuera a su amigo Guillermo, quien junto a él confecciono un mapa para un vecino suyo, el periodista Juan Jara Berrospi, quien fue detenido y fue encarcelado por 11 años.
Si bien es cierto, los dos testigos de este caso fueron olvidados en todo momento del juicio, y no solo en ello, sino desde que inicio de los que fue una pesadilla; arriesgaron su vida, tuvieron que huir, como en el caso de Catacora, que tuvo que irse hasta Italia junto a su hija, y Arizapana se quedo varios años en la selva.
Justo y Guillermo, merecían todos los atributos, si no fuese por ellos, la familia de los ejecutados no hubiesen encontrado la justicia que buscaban, no nos hubiéramos enterado del hecho y de los actos que se realizaban en el periodo de gobierno de Alberto Fujimori. La revista “SI”, no hubiese descubierto el lugar donde estaban los restos humano, sino fuese por uno de los mapas que fue suelta en plaza; se llevaron premios y agradecimientos, pero las principales piezas no se llevaron ni la mínima parte de ello.
Su calidad de vida, es igual o peor que antes, Guillermo vive de las elaboraciones que aprendió en la cárcel y Arizapana lo ayuda, tal vez ellos deseaban no haber encontrado nada o no haber dicho nada, pero el fin de esta historia fue terminado en justicia.

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