lunes, 18 de octubre de 2010

Un asesino suelto en plaza.


Un hecho que antepuso la felicidad de muchos inocentes. Las sospechas de un taxista asesino en serie se confirmaron, la Policía dio a conocer la profundidad de las investigaciones, y las causas que resaltan la falta de seguridad ciudadana en el D.F.
El comisario mayor de la ciudad de México, Carlos Huamán, brindo una conferencia de prensa el jueves 30 de Setiembre, argumentó: “Los homicidios nos han llamado la atención debido a sus continuidades y la igualdad en los ataques”.
Nunca se supo que le llevo a Mario Fernández a cometer estos asesinatos hacia diez niños, los “off the record” hablaban de posibles tráficos de niños o tráfico de órganos .La verdad o la mentira estaba bien oculta y el actor principal fue protagonistas de algo terrorífico.
Mario conocido como “machín” era un desempleado que se dedicaba a taxear por las calles del D.F, vivía en un barrio pobre y común. Una mañana normal Machín practicaba la rutina de todos los días, se levantaba de su cama para prepararse un desayuno matinero, luego se destinó hacia la salida de su aposento, dirigiéndose hacia su movilidad, se cruza con un vagabundo dejando unos centavos en la lata camina hacia el taxi con una bolsa de comida, el animal del barrio husmea la bolsa, esperando una respuesta de Mario, hacia él, Machín actúa de inmediato y desenvuelve la bolsa que traía consigo, era pan con jamón ofreciendo lo último al animal, al deshacerse de la mascota, continua con la rutina.
En el transcurso del camino, una mujer de vestido rojo con un niño en brazo hace parar al taxi, Mario ofrece sus servicios y ella sube dejando a Fernando de 5 años al costado de la ventana ubicándose Carmen en la puerta.
Mario observo que Carmen sangraba en el rostro por los golpes que fue expuesta, le ofreció un pañuelo para poderse limpiar el rostro. Al llegar al fin del viaje Mario sale del auto y se dirige al frente de Carmen, ella saca de su pecho izquierdo dinero para pagar la carrera, Machín coge los billetes y le devuelve en sus manos, conmocionada ella acepta, sin imaginar que iba hacer el, quien acabe con su vida.
Carmen camina por las avenidas del D.F, parando en un restaurante donde observo un puesto de mesera, retirando ella el cartel se dirige hacia los cocineros, al salir del local no se percató que Mario la venia siguiendo, ella continuaba caminando, y al cruzar la pista sólo escuchó una fuerte frenada, reaccionando con un jalón de brazo hacia su hijo, no pudo detener su muerte. Mario acabando con la vida de estas dos personas, se dirigió a su vivienda.
Al día siguiente Mario continuo con su rutina cotidiana, la diferencia fue al salir del solar, donde se encontraba el vagabundo de todos los días el acostumbraba darle algunos centavos pero esa mañana no hubo, luego de ello, él se dirige hacia su instrumento de trabajo y al cerrar la puerta, arregla el espejo superior del auto, lo que resaltaba este acto fue que al lado del rosario colgante estaba el zapato de niño que atropello el día anterior, remarcando más aún que en la parte superior del timón estaban diez zapatos impares y todos ellos de niños menores de 6 años.

Estos datos hablan por sí solos que los homicidios fueron un acto de arrebato, y no fueron planeadas. La hipótesis que cobraba fuerza fue que el asesino sufría de enfermedades mentales como esquizofrenia. Uno de los problemas del asesino fue conseguir a sus víctimas que en este caso todos eran menores de edad y luego abandonar el lugar sin dejar rastros. Los peritos no pudieron levantar huellas digitales del mismo, todo indicaba que el asesino limpio las pruebas pero no se percató que habían testigos que afirmaron que un taxi blanco de placa 66-16-JEP, fue el actor del crimen y el verdugo de inocentes seres humanos.

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